Antes de que se corrieran las cortinas de la presente Serie Nacional, muchas personas presagiaban un mal augurio para la defensa del segundo cojín.

La línea central estaba fuerte en los extremos, pero no así en el centro con la entrada de jugadores que aún no estaban formados en el fuego de una contienda de 75 juegos.

Mal presagio que se dejó ver claramente en los 10 primeros partidos cuando Borroto tuvo que pedirle a Ayala que asumiera el campo corto, a pesar de las limitaciones físicas del excelente pelotero, y no encontraba una fórmula exitosa en la posición del camarero.

En una jugada atrevida y polémica, insertó en la segunda base a un jugador que lo había hecho ocasionalmente en los torneos Sub-23 y de menores, pero que en 5 series nacionales en su haber, nunca había entrenado ni tan siquiera en esa posición. Y Jorge Luis Álvarez recibió la misión de convertirse en el camarero del equipo Camagüey de la noche a la mañana.

Muchos nos pusimos las manos en la cabeza, al más puro estilo de Leslie Anderson contra Industriales, solo el tiempo y la entrega de Jorge Luis, darían la respuesta final.

Durante 5 torneos anteriores, este muchacho, bautizado como “La Pólvora” por su manera explosiva de jugar, había cometido solo 5 errores y 2 Passed Ball en 432 entradas a la defensa para un magnífico 983 de promedio defensivo, y tras el Home Plate, su brazo era respetadísimo, pues a pesar de su bajo peso corporal, la potencia de su fusil había cazado a 14 correcaminos de 22 que le habían salido al robo. Su average de COGIDOS ROBANDO era de otra galaxia pues en 5 años solo le habían robado 8 bases.

Pero su punto débil sería la ofensiva. Bateaba menos de lo que pesaba, y en sus primeras 4 temporadas solo había conectado como extrabases, un jonrón. No fue hasta la 5ta campaña donde se reencontró con el largometraje y logró un trío de dobles.

Me recordaba a Alexander Ayala que en sus inicios conectó un triple en su primer turno al bate y no fue hasta su 4ta serie cuando volvió a llegar a 2da por una conexión salida de su bate.

Pero mejor, no nos vayamos del tema, y sigamos con La Pólvora Álvarez.

Después de la tremenda tarea recibida y a la altura del juego No 54. Jorge Luis ha sido empleado en la 2da base y ha estado como 1ro y como 9no en la alineación del mentor Miguel Borroto que se empeña juego tras juego en que la Pólvora no se ausente de su line up.

Durante la subserie con Industriales, se le atribuyó un error a la defensiva, el tercero del campeonato para él. Sin embargo, después de las revisiones del box score y de las hojas de anotación, se llegó a la conclusión que, por error del anotador, se le había atribuido a la Pólvora, una pifia inmerecidamente.

Actualmente, después de su error en el último juego contra La Isla, Jorge Álvarez tiene 3 marfiladas en todo el campeonato, lo cual lo coloca como un serio candidato al guante de oro en esa posición promediando para 987, solo superado en ese aspecto por el camarero naranja, Magdiel Gómez que ha estado en excelente forma defensiva para 996 con una aislada pifia. 

Muy pocos imaginaron que Jorge Álvarez luciera tan bien a la defensa después de un cambio tan radical en su rol al campo.

Hace poco escuché a un fanático en las gradas expresándose en desacuerdo con la presencia de La Pólvora en esa posición. Alegaba que sus 3 o 4 errores eran demasiado. Y que no hacía más errores pues “no se mete en jugadas difíciles ni se tira para las conexiones de lado”.

Este, y otros que no gustan del juego del muchacho, muestran un profundo desconocimiento de sus habilidades defensivas, o quizás, solo han ido al estadio algún que otro domingo, para decir algo, aunque no tengan nada coherente que decir. 

El principal “hueco” de Álvarez, no está en el guante. Está en el bate.

Si duro fue el golpe recibido por la ausencia de Humberto Bravo en la nómina de los Toros, igual de difícil fue la designación de La Pólvora como primer bate y segunda base, pues sustituir a HB7 parecía prácticamente imposible. Y sin dudas, la presión y la carga sobre tal sustitución, pesaban como una montaña… Al menos, para este debut como regular. 

Y aunque defensivamente cumplía con su rol, no lo lograba como hombre proa. 

Durante 5 años había promediado solo para Average Ofensivo de 175 y un pobre promedio de embasado de 271.

En este torneo, sus números están lejos de ser buenos para un primer bate pues solo promedia 232 y su OBP es de 282. Aunque ambos indicadores están muy por encima de su habitual desempeño. 

Su agresividad como bateador, ha limitado su capacidad de esperar pacientemente una base por bolas que lo lleve a la inicial. 

Así que finalmente, se ha visto con más estabilidad en el último turno al bate. Desde allí, ha sido muy productivo e importante para enlazar con el primero en la tanda, y esto ha dado muy buen resultado, convirtiéndose La Pólvora en uno de los principales anotadores de carreras entre los Toros con un total de 32 y 15 impulsadas para 46 carreras producidas. 

Su Slugging en 5 campañas era solo de 219 y Jorge Luis ha logrado elevarlo en esta serie a 381.

Como dato curioso, tiene más triples (8) que dobles (6) y esto lo ratifica como un hombre muy rápido, dándole la categoría de líder en este apartado ofensivo, no solo en el equipo, también entre jugadores del torneo nacional. Solo ha disparado un cuadrangular en esta serie que se dibuja como la mejor en su carrera deportiva actual. El trabajo con las pesas va mostrando buenos resultados y la mejor noticia es que el proceso continúa en ascenso. 

Hace poco, publicamos en nuestra página de Facebook “La Comarca de los Toros“, una encuesta sobre cuál sería la mejor posición y orden al bate para Álvarez. 

Muchos coincidieron conmigo sobre el punto de que, como camarero y noveno bate, Jorge Luis está siendo un factor fundamental en cada intento de victoria que tan difícil se le está haciendo a los Toros de Camagüey. 

Algunos aún no se sienten convencidos con este atleta lleno de virtudes que todavía deberá crecer mucho más deportivamente. El respetable público es exigente. A veces, de manera irracional. 

Otros, con mirada más autorizada, ya lo siguen de cerca viendo en él, aspectos que un simple mortal como yo, no puede apreciar. 

Germán Mesa Fresneda, alguien que no necesita presentación, quedó maravillado con su desempeño en la subserie con Mayabeque. Y qué difícil resulta impresionar a un mago como Germán, el Imán. 

Y es que Álvarez tiene ese don de ganarse al público tan solo con pisar la grama, con salir disparado hacia la inicial después de un pelotazo. Cuando se lanza como en una piscina para hacer una de las tantas joyas defensivas, o cuando simplemente llega a tercera base después de un largo batazo y mira a su pueblo que corean: “¡Pólvora, Pólvora!” 

Y cuando usted se pregunte cómo puede caber tanta energía en un cuerpo así, entonces es cuando la vergüenza y el sacrificio deportivo, le toman la mano al amor incondicional hacia su afición, y explota un polvorín de eterna sonrisa.

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