En menos de un mes comenzará la 62 Serie Nacional con una triste ausencia desde las gradas del Cándido González.
Ángel Acevedo Huerta nos dijo adiós en la madrugada de ayer a la edad de 74 años.
Se llamaba Ángel , pero todos lo conocíamos como “Machi”.
Durante muchos años tuvo una peculiar relación con su órgano cardíaco. Entre crisis importantes que le ocasionaron dolores precordiales y las emociones que lo invadían cuando se sentaba en su palco de fanático en el Cándido González.
Esa madrugada, su corazón le jugó una broma pesada y decidió “poncharlo” con un rectazo al medio al cual Machi no pudo sacarle los brazos y quedó con el bate al hombro.
No era el fanático gritón,ni era el “Armandito” mediático y carismático. Era un seguidor apasionado y más callado. Más a la escucha y a la espera de un accionar de uno de sus toros que lo hacía salir de su letargo y levantaba los brazos al cielo para celebrar junto a sus amigos.
Fueron muchos campeonatos sufriendo y sentado al sol en su habitual asiento del ángulo de primera base, allí donde más cerca estaban sus ojos del terreno de juego.
Tantas veces se fue a su casa, triste y al encender el radio y ver que el juego se había empatado, regresaba como un bólido a sentarse en su puesto reservado a disfrutar el final del partido.
Siempre relacionándose y apoyando a los peloteros menos favorecidos , a los menos mediáticos, a los menos populares. Siempre dándole apoyo a los que más eran fustigados por el público.
Cuantas veces me confesó que los años que tenia le permitían atender sus cultivos en la mañana y luego aguantar los embates emocionales que su corazón sufría con más descalabros del equipo de sus amores que los éxitos que celebraba entre alegrías y recuerdos.
Ayer dimos sepultura a un gran amigo, un fiel aficionado de los toros y un excelente ser humano.
Todos le llamábamos “Machi” : Pero en realidad era un Ángel.
Gloria y paz eterna para su cuerpo: Su espíritu seguirá allí, en los palcos de su querido Cándido González.