Hoy se subió a la lomita de los huracanes de Mayabeque el diestro Albert Valladares que traía como pedegrí un alarmante promedio de carreras limpias (PCL) de 6.98
Todo parecía color de rosa cuando en el mismísimo primer inning Yordanis Samón le desapareció la pelota con Michael Thompson en circulación y Leonel Moas Jr. también le disparaba incogible aunque no lograra aumentar el marcador.

De allí en lo adelante el serpentinero mayabequense se ajustó el cinturón y maniató a la ofensiva agramontina por espacio de seis (6) entradas retirando por la vía de los strikes a tres (3) toros y reduciendo las libertades a solo tres (3) indiscutibles con la sombre de un (1) boleto.
El pitcheo camagüeyano flaqueó desde el mismo comienzo del partido. El abridor Yusmel Velázquez afrontó serios problemas con su control y fue castigado por los principales toleteros rivales hasta su expulsión por uno de los umpires en el segundo capítulo.
A su rescate vino Mario Marzo que a pesar de caminar 5.1 entradas tampoco pudo contener la ofensiva de los dueños de casa.
El marcador final (9 – 4) a favor de los mayabequenses no refleja a ciencia cierta la desproporción que hubo en el juego. En las postrimerías se maquilló el resultado, pero ya el mal estaba hecho.
¡ OJO ! Camagüey volvió a dejar a diez (10) hombres en circulación. Corredores que quedaron anclados en bases esperando el batazo que los llevará hasta el home plate para hacer score y producir carreras.
Bien decía yo que las dos (2) últimas victorias frente a la Isla no eran más que un espejismo y que si la ofensiva de este equipo no calibra de manera eficiente serán más los descalabros que aquellos días de glorias donde hilvanamos diez (10) victorias consecutivas.

Mañana será otro día y me aferro a pensar en ese viejo proverbio que dice que – ningún equipo es tan bueno cuando gana, ni tan malo cuando pierde –

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