Mucho se ha hablado ya sobre las causas del hundimiento del navío camagüeyano en la 60 serie naciónal. Su capitán Borroto, ya asumió todas las culpas. Y muchos no nos dejamos convencer por esa muestra de asumir toda la responsabilidad. Bien sabemos que hubo más que problemas de dirección.
Todo comenzó de manera trágica cuando unos meses antes de comenzar la contienda, Los Toros perdieron a un joven lanzador, el querido Erislery “Erucho” Basulto. Ya se sabía que no tendríamos a Yariel Rodríguez, y que decidía marcharse Dariel Góngora. También tomó el camino más largo, Carlitos Espinosa, mientras que Roger Trench y Carlos Pérez, eran bajas tempranas y enviados desde el mismo entrenamiento a la lista de lesionados. Perdimos a dos abridores y cuatro relevistas, incluyendo a nuestros tres cerradores. Para nadie es un secreto que los mayores problemas del pitcheo agramontino estuvieron centrados en su pitcheo de relevo.
Muchos prefirieron girar la cabeza, mirar a otra parte y obviar la realidad. Pero otros nos mostramos muy preocupados desde el principio. A pesar de los fuertes bateadores, el pitcheo hacia aguas desde el mismo inicio. La fuerte toletería opacó las lógicas inquietudes en un inicio con mucha ofensiva, pero el agotamiento y el largo campeonato, pasó factura a los que empuñaban los bates todos los días. Y así, el equipo de Los Toros de la Llanura vio como se iba quedando fuera de la fiesta de la postemporada, apenas, por una victoria.
Sé, que muchos periodistas, analistas y aficionados…hasta el propio Miguel Borroto, han argumentado lo difícil que fue tratar de ganar con seis lanzadores menos en sus filas. Seis lanzadores importantes. ¿Se hubieran imaginado a los tres medallistas de la 60 Serie sin seis lanzadores vitales en sus filas? ¡Sin sus cerradores! ¿Hubieran podido alcanzar el podio?
Matanzas sin Yera, Entenza, Mena, Jonder Martínez, Haykel Cruz, Yoel Suárez o el eléctrico Reinier Rivero… ¿Hubieran podido llegar a la final? Quizás ni hubieran clasificado.
Granma sin Lázaro Blanco, Leandro Martínez, Mojena… sin su cerrador Santana, Juan Danilo Pérez o su relevista Rodríguez. ¿Hubieran podido ser campeones?
¿Y los Leñadores, sin Yudiel Rodríguez, Carlos Juan Viera, Yoelquis Cruz? ¿Sin sus cerradores Alarcón y Civil? Busquemos otro… ¿Meneses? ¿Hubieran podido llegar a la medalla de bronce?
Miren, no nos equivoquemos. En la 59 Serie, Camagüey clasificó como primero a golpe de pitcheo, pues la ofensiva no tuvo el protagonismo de esta 60 serie, reinada por la pelota viva “Teammate”. A golpe de pitcheo y “team work”, fue la formula de la 59. Este último aspecto tan importante, no fue capaz de lograrse en una 60 serie donde los abridores lanzaban más de lo que debían, y siempre bajo la presión de tener que hacerlo perfecto, para completar el juego, o porque no tenían la certeza de que el relevo pudiera aguantar la rebelión rival. Muchas victorias fueron logradas a golpe de ofensiva, mientras los abridores aguantaban castigo con la calma de saber, que los bateadores harían el trabajo. Pero el tiempo demostró que no siempre sucedería igual.
Y si Miguel Borroto, aficionados y analistas aun piensan que de golpe y porrazo perdimos seis lanzadores, pues están equivocados, realmente perdimos OCHO, pues también dejamos de contar con los servicios de Ramón Robles y Vicyohandri Odelín. Y aunque ya nadie se acordaba del guerrero Odelín, hay que decir bien alto, que en tres de las victorias de la etapa clasificatoria de la 59 serie, también estuvo su brazo y que junto a las dos sonrisas de Ramón Robles, sumaron CINCO participaciones en triunfos para la causa camagüeyana.
En Resumen, que perdimos de una serie a la otra a OCHO lanzadores:
1. Yariel Rodríguez (Parcialmente).
2. Dariel Góngora
3. Erislery Basulto.
4. Carlos Pérez (Parcialmente).
5. Carlos Espinosa.
6. Roger Trench.
7. Ramón Robles.
8. Vicyohandry Odelín.
Estos ocho lanzadores aportaron, en la etapa clasificatoria de 45 juegos, 17 victorias y 12 juegos salvados, participando en… ¡Oigan bien! 29 de las 41 opciones de ganar o salvar dentro de las 29 victorias y 12 salvados que logró Camagüey en la primera etapa de 59 serie Nacional.
Estos lanzadores fueron sustituidos para esta 60 Serie por otro grupo que se mostró inestable en toda la magnitud de la palabra, y de esa manera era casi imposible que pudieran aportar un buen resultado.
1. José Ramón Rodríguez (Con limitaciones en el número de lanzamientos y una lesión en pleno torneo)
2. Yusney Saborit (No pudo lanzar desde el inicio por falta de autorización de Medicina Deportiva Nacional).
3. Alejandro León (Se lesionó a mitad de campeonato, cuando mejor estaba resultando como relevista).
4. Yormanis Socarrás
5. Alexis Mulató (Fue dado de baja en el juego 30 de la clasificación).
6. Juan Ramón Olivera.
7. Sergio Guerra.
8. Rodolfo Sorís.
9. Julio Cesar Ramírez.
10. Carlos Pérez (Se incorporó tardíamente en el juego 60).
11. Marlon Soriano (Fue dado de baja en el juego 30 de la clasificación).
12. Damián Leiva (Se incorporó después de la segunda mitad de la etapa clasificatoria).
13. Arbelio Quiroz (No pudo lanzar ni siquiera una bola hacia el home, ubicado en la lista de lesionados desde el inicio).
14. Yariel Rodríguez (Se incorporó a última hora sumando dos victorias y un juego salvado).
En el caso de este grupo de doce lanzadores (No incluimos a Arbelio Quiroz), lograron, para una serie clasificatoria de 75 juegos, 17 victorias y 6 juegos salvados. Participando en 23 de las 49 opciones (41 victorias y 8 juegos salvados) del equipo Camagüey. O sea, lograron la misma cantidad de victorias y 7 juegos menos salvados, en 30 partidos más.
La diferencia de juegos celebrados entre una serie y otra, de 30 partidos, es un elemento más que suficiente para comprender cuan deficiente estuvo este aspecto de juego en el equipo de Los Toros.
Si fuéramos más ambiciosos, y lleváramos las estadísticas de la 59 seria nacional, a la proyección de 75 juegos de esta 60 serie, podríamos estar cerca de la cifra probable de victorias alcanzadas por los ocho lanzadores parcialmente ausentes de un año a otro. Y después de aplicar la fórmula de proyección, encontramos que, Góngora, Espinosa, Trench y compañía, hubieran estado promediando para 28 victorias y 20 juegos salvados. Interesante, ¿verdad?
En fin, que si alguien me preguntara lo que pienso acerca de lo que provocó el desequilibrio entre los tres renglones básicos de juego para Los Toros de Camagüey, alegaría sin pensarlo que fue por la considerable brecha que se abrió de un año a otro, originada por la pérdida de los brazos camagüeyanos que fueron fundamentales en la etapa clasificatoria de la 59 serie y que mucho aportaron para alcanzar las medallas de plata de una serie que fue exitosa de principio a fin.
Pero ya se habla poco de la 59, tan llena de felicidad y muy poco de la 60, tan inundada en decepciones. Ahora todas las miradas se centran en la 61, con la fe de un resurgir taurino. Para eso, el mentor Borroto tendrá la tarea de reunir un buen cuerpo de lanzadores y trabajar junto a sus técnicos, desde el primer día, para que esté bien presente que no podemos volver a tropezar con la misma piedra.
De estos temas y más, estaremos hablando en próximos trabajos…porque el béisbol es como un submarino: en medio del más profundo océano de decepciones por un naufragio, siempre sale a flote una vela al viento y un nuevo mañana.