Ya comenzaron los juegos de postemporadas, y 8 provincias se verán enroladas en la etapa élite de esta serie nacional.

Ocho aficiones llenas de entusiasmo donde no estará el público camagüeyano que una vez más tendrá que ver a “Los Toros desde la barrera”.

Mucho se ha dicho desde que Camagüey culminó su andar por este torneo después del juego 75. Por otra parte, a veces se percibe que, en las calles de la ciudad, las personas prefieren guardar silencio para de alguna manera auto consolarse, y no dejar que el fantasma de la NO clasificación, vuelva a llenar el pecho de amargura.

Fue una temporada angustiosa que comenzó con una tardía inauguración, la designación del timonel casi a la hora de tocar la campana, y muchas dudas alrededor de las ausencias que dejaron a la tropa diezmada.

En el decursar del campeonato, sucedieron muchas cosas que marcaron una 61 serie para el olvido y ya a esta altura del evento, casi nadie quiere recordarlas. Pero para poder iniciar un nuevo ciclo, hay que saber cerrar los círculos del pasado. Tomar una bocanada de aire, y comenzar a oxigenar de nuevo. Al fin y al cabo, ya llevamos años en este mismo proceso donde las decepciones nos minan la esperanza.

Algunos tendrán otros criterios, pero pienso que a Los Toros le faltó sobre todo, entre tantas cosas, el archiconocido “teamwork” o trabajo en equipo.

Es cierto que el conjunto se vio debilitado en muchas áreas importantes, pero también es verdad que otros equipos con las mismas debilidades, o incluso más, llegaron a tener mejores resultados a pesar de no estar llenos de nombres como sí ocurrió en el caso de nuestro elenco.

Lamentablemente, no todos los jugadores halaron parejo, y en algunos se notó disgusto y desmotivación. Otros líderes, de los que siempre tienen que llevar la voz cantante, a veces prefirieron solo observar el juego desde su cómoda butaca de espectador y velaron más por los logros personales que por el resultado colectivo.

Escuchamos de boca de los propios directivos, mencionar las dificultades logísticas, de alimentación y de falta de estímulo para los atletas, algo tan indispensable y necesario en el día a día, y en el juego continuo para jugadores que no escapan de las vicisitudes materiales y de las preocupaciones que esto provoca.

Las batallas entre la afición y la dirección del equipo, fueron campales. Muchas veces, el exigente fanático camagüeyano, fue implacable con cada uno de los errores humanos y tácticos que la dirección no pudo evitar, y el respetable, no concedió perdón. Una dirección que vio perder a su sabermétrico a mitad de temporada y tuvo que pedir la ayuda de un nuevo especialista de la ciencia del conocimiento deportivo. En medio de esto, la toma de decisiones de jugadas que no salieron bien muchas veces, y que cuando funcionaron, muy pocas personas lo reconocieron. Las exigencias y presiones por parte de instancias superiores, tampoco faltaban cuando se veía ya a lo lejos que el equipo difícilmente pudiera llegar a salvo a puerto seguro. Problemas de salud en el alto mando agramontino, tensiones, a veces no tan evidentes, pero siempre presentes. El trago amargo de no haber clasificado hace un año atrás tan solo por un juego de diferencia. El recuerdo de todo un escabroso inicio de temporada donde las diferencias entre el alto mando del equipo, las autoridades que rectoran la esfera deportiva, y algún que otro elemento de la prensa local, dispararon un proceso que fue más lejos de lo debido. No era un buen presagio de lo que se avecinaba.

La inestabilidad durante todo lo largo de la competencia. Una alineación que nunca logró enderezar su columna vertebral. Algún que otro atleta disgustado y pidiendo la liberación, convencido de que merecía más horas de juego en el terreno. Un cuerpo de lanzadores que comenzó con brazos fríos y erráticos, y que terminó mostrando su mejor cara. Un escuadrón de bateadores que inició la campaña a todo tren, pero que en la recta final se quedó sin gasolina por segundo año consecutivo. Un serpentinero apartado del box cuando ya vestía la franela taurina. Un facultativo que pidió la liberación antes de que se hubiera lanzado la primera bola.

Lo inexplicable de haber tenido en nuestras filas al líder en hits, al líder en Dobles, al líder en triples, al sublíder en juegos ganados. Una vez más con un As del box y no poder llegar a la fiesta de los Play Off, cuando otros equipos lograron más con menos. De haber contado con jugadores en ascenso evidente, logrando romper marcas personales en este año. Fue el año del musculo para atletas que lograron aumentar su masa corporal considerablemente, pero que, sin embargo, desde el punto de vista táctico y estratégico, se vieron disminuidos en el momento de definir si correr o permanecer “safe”. El fatídico torneo de “la fiesta del doble play de los Toros”. El año en el cual pasamos de ser los lideres en bases robadas a al equipo mas lento de la contienda. La temporada donde el toque de bola falló más que nunca, y fue usado más que nunca.

La vergüenza deportiva de atletas que lesionados, y otros en proceso recuperativo, pidieron estar en el terreno a cualquier costo. Ver a peloteros de 40 años jugando hasta el juego 75, a pesar de saber que ya no había nada que hacer. Receptores desempeñándose como infielders, por el solo hecho de ayudar a la causa. Lanzadores relevistas ganando juegos como abridores, cuando así se les pidió. Serpentineros usados hasta el lanzamiento No 120. Algunos, por voluntad propia, otros, por decisiones de los especialistas. Un público que hasta el último out acompañó a su equipo “en las buenas y en las malas”.

El decoro de los que en el cuerpo técnico aceptaron errores y asumieron con valentía la responsabilidad del fracaso, con la frente en alto, y la alegría en el piso. La angustia de los que, en ese mismo banquillo de acusados, se sintieron estar en la cuerda floja y que quizás, ya no tengan en planes una próxima temporada.

Es importante pasar borrón y cuenta nueva. Es vital el cambio de pensamiento, y la nueva actitud ante un largo año por delante que nos tendrá cerca de 17 meses sin volver a disfrutar de la adrenalina de obtener un boleto a los Play Off.

Quedan nuevas jornadas, y nuevos empeños. Se avecinan dos Nacionales Sub 23 y una Serie Especial antes de que llegue la 62 Serie Nacional.

Y aunque aún la 61 y actual serie no ha corrido sus cortinas, ya para muchos camagüeyanos, se nos hizo de noche. Y solo nos queda esperar y soñar con que siempre habrá un amanecer.

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