Después de la última presentación en la etapa regular del equipo Camagüey frente a Matanzas, el pasado miércoles 6 de enero, decidí tomarme unas horas antes de escribir estas líneas.

Les soy sincero, no quería ser injusto, ni escribir algo de lo que después me pudiera arrepentir. Es por eso por lo que hoy, con la mente más fresca y los sentimientos de vuelta a su lugar, voy a escribir sobre lo que he visto hasta hoy, de los Toros de la Llanura en la actual Serie Nacional.    

Es un poco complicado juzgar cuando se vive fuera de Cuba y no se pisa su tierra por más de 10 años. Sé de los problemas que hoy tienen los cubanos, y sé que los peloteros no son ajenos a ellos. Pero no puedo justificarlos, son los mismos problemas que tiene un maestro que no falta a clases, o el médico que quizás tiene que buscar la comida de su hijo, pero salva una vida que corre peligro, o el constructor que con hambre tiene que levantar una pared.

Comparando la serie pasada con la actual me preguntaba, ¿qué cambió? Y hay varias cosas que realmente no son iguales.

Tenemos un staff de lanzadores más debilitado, los peloteros juegan en estadios vacíos y ya no sienten el apoyo de su pueblo directamente en el terreno, se alargó la temporada a 75, después de varios años jugando 45 juegos y una pandemia cambió muchos protocolos de la Serie Nacional. 

Pero hay algo más que vi diferente y fue lo que más me dolió. Fue ver un equipo apagado y totalmente superado en los juegos claves. Sentí en ocasiones que había conformidad con dividir en una jornada, o que estábamos bien si ganábamos dos y se perdía el tercero contra equipos más débiles. Las ganas, esas que nos llevaron a discutir el campeonato pasado, no se notaban cuando más nos hacían falta. 

Y es que se puede fallar con un rolling al cuadro, no somos perfectos, pero siempre hay que correr. Nos pueden dar tres ceros consecutivos, pero en el cuarto inning todo el banco tiene que apoyar, con palmadas, con gritos de aliento, con lo que sea, al que está bateando, no se puede ser indiferente cuando te juegas la clasificación y con ella la esperanza de miles de personas. Sencillamente se pierde, pero hay que dar batalla.

Y a eso nos referimos la mayoría de los que hoy acusan de falsos fanáticos. Yo no he traicionado a nadie, yo hago un llamado, con respeto, de lo que pienso le corresponde a cada uno de los que seguimos a los Toros en cada jugada, en las buenas y en las malas. Yo no estoy exigiendo ser campeón nacional, yo estoy pidiendo que cuando salgan al terreno luchen, batallen, suelten el pellejo como en la pasada serie y como lo hacen muchos de los que los apoyan.

Errores técnicos y tácticos también hubo, pero de ese tema voy a escribir terminada la serie. Hoy solo quiero hacer leña con algunas ramas de un árbol que no se puede parar por sí solo. Ahora depende de que otro árbol, sembrado a su lado, en su caída, pueda levantarlo.

2 comentarios en «Los Toros y sus deudas con la afición»
  1. Es lo mejor que he leído en esta página. Este año vimos un equipo diferente, no peleaban como el año pasado. Quizás no estaban motivados por la falta de público pero igual hay que jugar. No estaban en un entrenamiento, estaban dando el mayor espectáculo que tiene nuestro país y parece que algunos días se les olvidó.

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