Hace poco una tarjetica coleccionable firmada por Mike Trout superó en más de 80 mil dólares el record histórico de la mítica de Honus Wagner ascendente a 3,12 millones ¿Y cómo puede valer tanto algo así? Por su rareza, poca tirada (unas 200 con Wagner, por ejemplo), errores o aporte histórico y aunque es una tradición de Estados Unidos también en Cuba hay colecciones temáticas al respecto, en especial con postalitas de peloteros de antes de 1959 ¿Y cuántos jugadores camagüeyanos aparecen en piezas de este tipo? Haremos hoy un recuento catalogando cada postalita con hombres de la provincia.

Lo primero es hacer un poco de recuento del devenir de tan singular hobby en nuestro país, anclado casi de manera exclusiva en la República neocolonial, pues como parte de la publicidad de muchas marcas entraron a la venta variadas series de postalitas, como por ejemplo Ambrosía (chocolates), Acebo, Aguilitas y Biliken, las cuales sacaban provecho de la popularidad de los peloteros. Lo aparentemente inocuo es hoy una obra de arte, hay jugadores cuyo rostro solo es posible conocerlo o rescatarlo a partir de los cartoncitos, de allí tanta trascendencia.

En las primeras décadas del siglo XX no hubo profesionales camagüeyanos en la Liga Invernal, por tanto hubo que esperar por el circuito amateur en los años 30. El primer jugador local en una colección de baseball cards fue Félix “Lengüita” Fernández Artiles, en 1943, como parte del equipo Círculo Militar y Naval de la habanera liga aficionada de la Unión Atlética Amateur de Cuba. Y “Lengüita” fue primero en casi todo, pues también había sido en 1935 el primer pelotero camagüeyano en un equipo nacional.

La imagen pertenecía a la seria de la colección Chocolates Ambrosía, con auspicio de la radio para la promoción de este álbum, con fotos coloreadas de todos los jugadores y equipos del circuito, conjunto de papel y cartón fabricado en la Imprenta Montiel, en la calle Monte 510, La Habana. 

A quien completara la colección le otorgaban muchísimos premios, y allá iban los niños y muchachos a perseguir chocolates, postalitas y álbumes…casi nunca con el éxito final de completarlo, porque tampoco la empresa se la ponía tan fácil al cliente si su negocio era vender. Algunos consideraban esta tendencia como crueldad, los coleccionistas un reto, los empresarios un truco y los historiadores de hoy una fuente invaluable.

El segundo en aparecer (y el que más veces estuvo como parte de diferentes firmas) fue Roberto Ortiz, del Almendares, aunque no poseo las marcas exactas de sus manufacturas. Las que sí he podido manosear son las piezas de 1946 de Caramelo Deportivo Felices, con todos los integrantes de la Liga de la Federación. En ese librito aparecieron los cartones del equipo Camagüey, con jugadores autóctonos como  Amado Ibáñez (número 148), Teodoro Oxamendi (149), Evelio Martinez (153), Eliécer Álvarez (156), Miguel Ángel Carmona (160), Orestes Pereda (162) y Pillo Díaz (163).

Con otras colecciones ya en los 50 está Ibáñez en la colección de Alerta, cuando militó en el Marianao de la Liga Invernal. Claro, en México, Nicaragua, Venezuela y Estados Unidos hay postalitas con peloteros de Camagüey, pero este texto abarca solo las impresas en Cuba, por tanto quedaría por agregar la postal 84 de otra colección perteneciente a unos chicles amarillos de la misma década, donde por Marianao sale el perfil del pitcher zurdo Rodolfo Arias (nacido en el central Siboney).

¿Cuándo hubo otra vez postalitas donde estuvieran hombres de la provincia más llana? ¡Uff, mucho tiempo! Con el triunfo de la Revolución se consideró como un rezago burgués-capitalista la impresión, comercialización y colección de postalitas con peloteros, pues a fin de cuentas el deporte era derecho del pueblo y no había cobro a la entrada de las instalaciones, por tanto tal proceder podía ser lucrativo. 

No obstante, algunas publicaciones periódicas, como la revista Pionero, promovieron desde sus páginas el recorte de imágenes seriadas con jugadores de las primeras series. Esta modalidad sí era válida porque solo mediaba la venta de la publicación y no publicidad para marcas comerciales con premios metálicos para los que rellenaran la colección. Es así como Miguel Cuevas (convGranjeros) y Gaspar Legón (con Las Villas) aparecen en un compendio de los iniciales años 70.

Después no hubo más variantes hasta que en 1994 la representación García Photo L.t.d pactó con Cubadeportes S.A para imprimir en Canadá la que sería una de las más primorosas colecciones cubanas, con motivo a la Serie Selectiva. Esas postales seriadas son muy valoradas por su calidad, rareza de algunas (por lo difícil de hallar), el momento de su concreción, lo enrevesado de su comercialización dentro de la Isla y porque solo en ellas aparecen peloteros casi olvidados, con sus tallas, fechas de nacimiento, resumen estadístico y currículo en español e inglés ¡¿No damos cuenta de la importancia de estas piezas por encima de absurdos prejuicios?! 

Los camagüeyanos aparecidos en esa tirada fueron Miguel Caldés (postalita 74), Luis Ulacia (76), Pablo Primelles (81), Edel Pacheco (83), Teófilo Pérez (86), Omar Luis Martínez (89) y Felipe Fernández (90) como parte del equipo de Centrales, donde predominaban los hombres de Villa Clara. Después de esa excelente experiencia no hubo más cards de béisbol en Cuba, al menos de manera oficial, pues como veremos siempre hay ejemplos autodidactas.

Un poco antes encontramos un grupo de ejemplares insólitos, de los años 80, confeccionados por un ex boxeador profesional llamado Guillermo Ginestá, o simplemente “Baby Williams” como se le conoció en el mundillo del ring. Pues sucedió que este señor tenía formación de impresor con linotipos y planchas de plomo, oficio bien aprendido en la etapa prerrevolucionaria y ya como trabajador del taller “Paquito González”, de la Empresa de Especialidades Gráficas (en la calle San Esteban), aprovechaba los excedentes de cartón para hacer almanaquitos con los jugadores de Camagüey.

“Baby Williams”, a quien entrevisté varias veces, era un personaje simpático, muy activo como promotor deportivo en el Inder y además de editar boletines se le ocurrió esta variante entre los años 1986 y 1988. Es interesante que colocara consignas contra la deuda externa, en pro del ahorro, antialcoholismo al timón y seguridad vial al dorso de los calendarios, y también la militancia, centro de trabajo e integración política revolucionaria en los datos de los atletas; era casi una forma para eludir críticas anticapitalistas y demostrar que se podían hacer buenos materiales sin transgredir los patrones ideológicos de la etapa, pero todo terminó por extremismos de ese mismo tipo.

Según me contó envió almanaques con felicitaciones y nombres impresos de los directivos deportivos a los propios jefes y casi al momento le mandaron a suspender “las postalitas” por ser un vestigio mercantilista. Se acabó el jueguito.

Poseo varias de estas, sin embargo Williams nunca las numeró, sino que las hizo al azar según tenía a mano los fotograbados del periódico Adelante y las instantáneas de los fotógrafos Electro Zamora y Paquito Quintana, aunque es posible que lograra hacer juegos completos de todos los jugadores de los equipos Camagüeyanos en las Selectivas. Eso sí, tenían buena factura y diseño, variedad de tintas a pesar de lo precario de la tecnología disponible y oportunos números de hombres como Alejo O´Relly, Claudelino Jiménez, Noel Semanat, Manuel Álvarez “Camión” y Leonel Moa.

¿Sería mucho desear que en Cuba hubiera postalitas de béisbol? Es algo que le falta al espectáculo, ser precisamente un espectáculo, con suvenires y detalles como estos, tan comunes en cualquier deporte mundial.

Ojalá algún día los nuevos Toros de la Llanura también tengan esta posibilidad, fabulosa idea de ver a mozalbetes y fanáticos detrás de la faltante postal de tal vez un insignificante jugador que a lo mejor pase a la posteridad por una torpe atrapada, un corrido loco, una riña absurda o un batazo clave. A veces solo las postalitas nos pueden devolver el recuerdo…y hasta valen millones en las subastas, como la de Wagner.

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