Marino nos dice adiós…

El béisbol es como la marea, a veces sube, a veces baja. Y viejos marinos, han tenido que aprender a bregar en difíciles aguas. La pelota es como la vida misma, y en medio de carreras que nacen, otras nobles trayectorias llegan a su final.

Uno de estos peloteros, Marino Luis Márquez, abrió sus ojos en Series Nacionales a finales del siglo XX en un equipo Camagüey donde brillaban las figuras del infield, pero que sin dudas, tenía que hacer un espacio para un guerrero de mil batallas. Allá, por el año 1996.

Hoy,a punto de cumplir 45 años, el cespedeño ha decidido decir adiós como jugador para comenzar una nueva etapa como técnico al frente de donde se le necesite. Después de una difícil 60 Serie Nacional en el 2020, se ha sentado a pensar en su carrera, y toma la más difícil decisión para un atleta. 

Ya ha probado las mieles de ser campeón provincial como director, aunque quedó la deuda de no haber sido campeón nacional con el equipo de sus amores.

Desde que fue subido como jugador de cambio, en el año 1996, de la antigua liga de desarrollo, mostró toda la pujanza y voluntariedad de su juego agresivo. Muy importante resultó su presencia en la segunda base en los 3ros lugares obtenidos en el  1998 y el  2001 bajo el mando de Miguel Borroto.

Anécdotas abundan… de juegos salvados con jugadas brillantes a la defensa, de llegar a Home, arrastrándose después de una caída, de sus enfrentamientos cara a cara con Pedro Luis Lazo, de jonrones en su querido estadio Municipal de Céspedes, de vivir a plenitud el subcampeonato contra Matanzas en su última gran serie, en un regreso inesperado, pero muy feliz para él y la afición agramontina.

Se mantuvo 3 años alejado del terreno, pero se sentaba en las gradas del Cándido mientras veía con tristeza como no se le incluía en la nómina de los Toros, sólo por su edad.

Con su amplia sonrisa, su mantenida  seriedad, su hablar de pocas palabras, su forma desafiante contra lanzadores de cualquier talla… El número 52 de Los Toros, nos dice Adiós.

Atrás quedan sus 21 campañas y sus 1627 hits para un excelente 304 de AVE que lo incluye en el selecto grupo de los 300 en Camagüey.

Su versatilidad como utility, y verlo jugar a la defensa como un felino, incluso, cuando ya los años pesaban, será un recuerdo imperecedero.

Pero nos queda su imagen como pelotero activo, en un lugar ya, reservado para él, en todos los que aplaudimos su vergüenza deportiva y su amor por el equipo Camagüey. 

Seguiremos de cerca sus pasos como entrenador y manager… En las nuevas aventuras del “marino” Luis. 

Góngora regresa…

También la 60 Serie fue difícil para Dariel Gongora que no pudo vivir la final de Los Toros contra Matanzas. Razones grises, lo alejaron de aquel sublime momento. Por cosas del destino, tampoco pudo vivir esta final con el equipo de Los Cocodrilos, que lo acogieron en esta 60 serie nacional. Pero su codo izquierdo dolía un poco menos que la herida de haber lanzado en el Cándido, contra el equipo de su vida: Los Toros de Camagüey. 

Hoy, como el buen hijo, pide regresar. Su mentor Miguel Borroto, expresó hace unas semanas, que con los brazos abiertos sería recibido. El pueblo se esperanza de volver a ver como “El látigo” Góngora, vuelve a dominar a rivales, uno tras otro y los convierte en presa de su carácter de pitcher ganador. 

En 10 series nacionales ha logrado 44 victorias y un PCL de 3.83 y fue sin dudas, la 59 serie, una de sus mejores campañas cuando logró 8 victorias con Los Toros. Récord Personal. 

Este año sólo obtuvo 4 sonrisas en el equipo yumurino. 

La llegada de un pequeño, a su vida, es otro estímulo para que Dariel, como el buen hijo, regrese a los lares que lo han visto hacerse grande. 

Desde temprano ha decidido poner en orden no sólo su vida, también su forma física, y ya recibe fisioterapia en el codo izquierdo que lo llevó a alejarse de la final contra Granma, este año. Ligeras calcificaciones serán atendidas con la misma seriedad que “El látigo”, pondrá en este regreso a su patria chica. 

No caben dudas, de que el cuerpo de lanzadores en Camagüey, se fortalece con esta llegada, y aporta felicidad entre  jóvenes y establecidos Toros, en un año donde las esperanzas renacen, a pesar del triste adiós que le damos a un Marino de apellido Luis.

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