El valor de la inconformidad es un atributo importante para todo en la vida y muy especialmente en un lanzador de béisbol. Este debe saber quién es, de dónde viene, qué hace y por qué lo hace. 

Hoy quiero llevarlos a dos manifestaciones sociales: conducir un auto  y la puesta en escena de una obra de teatro. No consigo convencerme como un lanzador puede estar practicando durante días y meses y no mejore la colocación de sus envíos. Estoy plenamente convencido que es por la falta de concentración mientras ejecuta el ejercicio. Lanza sin pensar en el momento de realizarlo (y esa es la diferencia entre el bueno y el mediocre.) 

Viene a mi mente un conductor sentado frente al volante que no tiene sus cuatro sentidos sobre la acción que va ejecutando. Tiene altas probabilidades de que sufra un accidente. 

La inconformidad es un elemento que conduce a la victoria. El éxito de una obra teatral no radica en su puesta en escena sino en la profesionalidad con que los actores hayan ensayado dicha obra. 

En el caso de un lanzador es algo similar. Su victoria no está encima del montículo. El resultado positivo está en su dedicación dentro del entrenamiento deportivo. Nada sale de la nada. El sacrificio, la abnegación y la concentración mental y motora lo harán cada día mejor. 

Hoy percibimos mucha pérdida de tiempo en lo que se hace. 90 minutos bien aprovechados son suficientes para avanzar y llegar al estrellato. Abarcar demasiadas cosas no te deja hacer una bien, todo debe ser paso a paso venciendo importantes etapas a la edad requerida. 

El entrenador es solamente un orientador. El lanzador tiene el 90% de incidencia en sus resultados, pero deberá aprender cuáles son sus fortalezas y sus debilidades. Cuánto tiene para hacer, cómo lo debe hacer y hasta dónde quiere llegar. Solo los inconformes, esos que saben situarse metas a corto, mediano y largo plazo, son los que triunfan. 

No olvide que lanzar es como ir a la escuela. Se deben vencer las materias grado a grado hasta llegar a graduarse en la universidad ganando en experiencia hasta llegar a ese nivel de estelaridad. Hasta los aficionados del equipo contrario te aplaudirán con la misma fuerza que lo hace el público en el teatro cuando presencia y disfruta de un producto audiovisual de extrema calidad.

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