Si usted pregunta por Yusney Saborit, quizás muchos no se sientan familiarizados con ese nombre. Si usted agrega que es el lanzador Camagüeyano que por problemas cardíacos salió de las Series Nacionales, una gran multitud se acordará de este atleta y otros, se mostrarán interesados en saber de quién se trata.

Porque la historia de Yusney Saborit no es una historia común de un pelotero más, y tampoco es una historia cualquiera de un paciente con afecciones cardíacas.

¿Qué fue lo que realmente sucedió con este jugador?

¿Cuáles motivos lo llevaron a renunciar a su sueño de jugar béisbol?

Yusney Saborit comenzó su andar por series nacionales en los años 2008 – 2009, en la 48 Serie Nacional. Ya para entonces, algo sucedía en su órgano cardíaco, pero nadie aún lo sabía.

Desde sus inicios se destacó porque no era precisamente “un tirapiedras”. Se notaba su inteligencia al lanzar, y cuando estaba en el bullpen, su mirada se clavaba en cada detalle del juego, en cada movimiento del lanzador, en cada táctica usada por el mentor. Porque Yusney Saborit ha sido mucho más que un simple jugador, su cabeza y su alma, han estado fuertemente unidos al juego de béisbol. 

Durante 5 años se mantuvo entrenando, jugando y aportando para su equipo sobre el montículo de cada estadio donde pudo encaramarse.

En su tiempo libre, este guajiro sano de Batalla de las Guásimas, en Vertientes, Camagüey, se dedicaba a mantener a su familia mediante labores agrícolas, elaborando carbón y dedicándose a la crianza de gallos finos en su tiempo libre. Siempre había sido de esa manera. Toda una vida dedicada al béisbol y a su tiempo entre la familia y el campo. Un hombre que nunca había tenido ni gripe, estaba por enfrentarse al más difícil de los bateadores rivales: El retiro del béisbol activo.

Corría el año 2013, y estaba teniendo en su 5ta serie, el mejor momento de su carrera deportiva. Le había lanzado muy buenos juegos a Industriales y al temido Matanzas de Víctor Mesa. De momento le llegó una notificación para realizarse un examen físico y un chequeo médico al azar, como parte de un proceso médico investigativo. El resultado del estudio cardiovascular arrojó que este jugador presentaba un daño severo en una de las válvulas de su corazón. Esta válvula, llamada Mitral, no lograba funcionar adecuadamente y esto había provocado la dilatación severa del músculo cardíaco. Aunque Saborit se sentía bien, no tenía síntomas y había “paseado” literalmente las pruebas de eficiencia física y capacidad funcional, se acercaba un triste momento. 

Una comisión nacional multidisciplinaria integrada por especialistas en Cardiología y Medicina del Deporte, dictaminó que Yusney Saborit Ochoa no podría seguir jugando béisbol de alto rendimiento, por tener un altísimo pronóstico de muerte súbita. 

A nivel internacional, ya se habían sucedido algunas muertes súbitas relacionadas con el fútbol y en Cuba, que no era ajena a este fenómeno, se registraban dos desenlaces fatales en deportes de combate. 

El INDER y Medicina Deportiva se habían dado a la tarea de evitar tan tristes sucesos y por eso, se tomó la decisión de notificarle a Yusney Saborit cuál era la decisión final. 

La solución para el problema cardíaco llevaba una compleja intervención quirúrgica y la sustitución de la válvula mitral por una prótesis metálica dentro del corazón. 

El noble pelotero se hundió en la tristeza, pues para él, nada era más importante que el béisbol y su familia. Así que con el apoyo de sus familiares, decidió explotar un último recurso: Se acercó a solicitar asesoría jurídica para que, ante la presencia de un abogado, se firmase un documento de Consentimiento Informado que en esencia dejara claro que él asumía la decisión y las consecuencias de seguir jugando pelota aunque esto lo llevara a la muerte en el diamante de nuestros estadios. 

Pero la Comisión Nacional de Béisbol no aceptaría tal posibilidad. Sería traumático e imprudente que algo así sucediera frente la mirada atónita y asustada de tantos aficionados, muchos de ellos, niños. O incluso frente a las cámaras de la TV nacional o de miles de teléfonos móviles. 

Llegaría un largo período de 7 años, donde Saborit se superó a sí mismo madurando como ser humano, pero nunca dejó de trabajar duro en el campo, de criar a sus gallos finos o de soñar con el béisbol. 

Por eso, cuando no estaba sembrando o haciendo hornos de carbón, se dedicaba a jugar béisbol en la Liga Azucarera y aportando mucho para su equipo. Llevándolo incluso a una final de la Liga Azucarera. Se mantenía en forma, se sentía bien y tenía la esperanza de llegar nuevamente a los Clásicos Nacionales. 

En la época de la Covid 19 en nuestros estadios, en la 60 Serie Nacional de Béisbol, Miguel Borroto, el director del equipo Camagüey, en conjunto con Medicina Deportiva y el servicio de Cardiología de Camagüey le dieron una nueva oportunidad a Yusney Saborit de tocar el cielo.

Se le realizaron nuevas pruebas que evidenciaban una ligera pero alentadora mejoría de su estructura cardíaca. Pareciera que estaba ocurriendo un “remodelado espontáneo” en su anatomía cardiovascular. Ante estos avances, se le dio la oportunidad de reincorporarse a la Serie Nacional 60 y aunque el equipo de Los Toros no llegó a la postemporada, la felicidad de Yusney Saborit superaba cualquier logro. Su principal sueño se había cumplido. Había regresado a los montículos del principal evento deportivo cubano. 

Con la llegada del año 2022 comenzó una 61 Serie Nacional atrasada por sus inicios. Yusney Saborit no estaría en el juego inaugural. Su caso estaba siendo revisado por nuevas peticiones, reevaluado por un nutrido y prestigioso grupo de especialistas. Médicos deportivos, licenciados en cultura física, Doctores en Ciencias del Deporte, entrenadores y cardiólogos. 

Ante los nuevos hallazgos científicos, se tomó la decisión de dejarlo todo en manos de la naturaleza y se indicó una última prueba diagnóstica. 

Se envió a la capital de Cuba a realizar una Resonancia Magnética Nuclear de alta potencia con el fin de determinar si una importante área de su corazón, se mantenía vital o si por el contrario, estaba fibrosada, como factor de alto riesgo para desarrollar muerte súbita. 

A su regreso de La Habana, con el resultado en sus manos, también llegaban las lágrimas y la mirada triste. 

La presencia de fibrosis intramiocárdica sentenciaba el final de su vida como atleta. El riesgo de morir en plena actividad física, era de gran magnitud. Nadie levantaría la mano a favor de “La Parca”. 

Yusney Saborit podría haber perdido el juego de pelota porque este inesperado y largo jonrón lo mandaba a las duchas, pero sus compañeros, amigos y las personas que siempre estuvieron a su lado en esta larga historia no permitirían que después de que Yusney Saborit Ochoa lanzará con decoro, con vergüenza y con muchos coj…., “la muerte lo fuera a dejar al campo”. 

Ha llegado el momento en que “El Sabo” se ha convertido en un ídolo por su consagración y entrega a la pasión que lo movió, incluso a desafiar a la muerte. 

Hoy, mientras se prepara la intervención quirúrgica que mantenga a salvo su corazón, su pensamiento sigue volando por la grama del Cándido González, vestido de pelotero, en roles de entrenador o de director de equipo. 

Su familia lo sigue apoyando en este “retiro forzado”, pero que nunca lo separará del olor a hierba y a arcilla del lugar dónde ha estado dispuesto a morir. 

Lo visualizo en el banco de los Toros, pensativo, alerta, reflexivo. Como el guajiro respetuoso e inteligente con el que siempre se puede conversar y lograr análisis profundos de la belleza impresa en cada jugada, en cada nueva estrategia. 

Porque la entrega incondicional de Saborit por el béisbol, va más allá de los límites de una normal historia de amor. Su corazón, medio herido y lleno de cicatrices, será fiel testigo de ello, hasta el día del juego final. 

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